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sábado, 23 de octubre de 2010

Roque Dalton

Recopiló: Lic. Jaime Noé Villalta Umaña
Prof. y Abg.
BALLET
Roque Dalton

El último vagón ha matado el cisne…

Su mayor enemigo fue la mancha del barro
y he aquí que hoy sus estertores anegan
de suciedad los trajes de los transeúntes.

Los niños ríen y traen varitas agudas
para rematarlo a estocadas.

EL CÍNICO
Roque Dalton

Claro es que no tengo en las manos
el derecho a morirme
ni siquiera en las abandonadas tardes de los domingos.

Por otra parte se debe comprender que la muerte
es una manufactura inoficiosa
y que los suicidas
siempre tuvieron una mortal pereza
de sufrir.

Además, debo
la cuenta de la luz…

LA POESÍA
Roque Dalton

El hombre de los ojos iracundos preguntó: ¿Qué
                                                        (es la poesía?

El hombre de los ojos limpios
Miróle profundamente, sin proferir palabra.
En su mirada había poesía.

MIRADLES
Roque Dalton

Las gentes nos transcurren
lanzando arroz a las palomas,
saludándonos bajo la lluvia con tibias manos de médico,
vociferando en los stadiums junto a toda luz
o enterrando a sus muertos con esa extraña envidia
que siempre os ha tocado los hombros en las estaciones
o en los sonoros aeropuertos al decir un adiós.

Al ver pasar las gentes como un río que ama
comprendo que es alguien como Robinson Crusoe y no yo
el hombre más desgraciado y peligroso de esta época.
porque amo a las gentes sin pedir permiso
y odio al suicida que yo quería ser. ..

viernes, 22 de octubre de 2010

Claudia Lars

Recopiló: Lic. Jaime Noé Villalta Umaña
Prof. y Abg. 

                    
Barrilete, antes de emprender el vuelo
                   BARRILETE                    
Claudia Lars

Alta flor de las nubes
— lo mejor del  verano —
con su tallo de música
en mi mano sembrado.
Regalo de noviembre,
nuevo todo los años;
para adornar el día,
para jugar un rato.
Banderola de fiesta
que se escapa, volando…
Pandereta que agita
remolinos lejanos.
Pececillo del aire
obstinado en el salto;
pájaro que se enreda
en su cola de trapo.
Luna de mediodía
con cara de payaso;
señor del equilibrio,
bailarín del espacio.
Ala que inventa el niño
y se anuda a los brazos.
Mensaje a lo celeste.
Corazón del verano.

 LA CASA DE VIDRIO
Claudia Lars

Puerta de cristal el día,
pared de cristal el aire,
techo de cristal el cielo…
¡Dios hizo mi casa grande!

Ventanas de maravilla
sobre escondidos lugares:
el sendero de las hadas
y el camino de los ángeles.

Cuelgan las enredaderas
sus cortinas de volantes;
la hierba fina es alfombra
de mariposas fugaces.

El agua clara del río
cuaja un puente de diamante;
hay libélulas de nácar
y pececillos de esmalte.

Risa y canto se persiguen
en giros de juego y baile,
¡Columpio del alborozo
entre los gajos fragantes!

Palabra limpia y sencilla
como la flor del lenguaje;
regazo de la ternura
donde las lágrimas caen.

Trigo de la espiga nueva
para harinas celestiales;
amor que leche se vuelve
en el pecho de la madre.

¡Mi casa es bendita,
todo ella vive y cabe,
y puedo mirar a Dios
a través de los cristales!

NO JUEGO A SOLDADOS
Claudia Lars

No me den clarines.
¡No juego a soldados!
Es clara y perfecta
mi casa de cantos.

Bandera de sol
izada tan alto
que puede mirarse
por rumbos lejanos.

En la mano amiga
pájaros confiados.
La rosa de todos;
de todos el grano.

Ronda que comienza
trenzando el milagro…
Inicial del a tiempo
sin hora de llanto.

Frente coronada
con ensueños blancos.
¡Mi panal de amor
no  lo exprime el diablo!

EL PAJARITO BOBO
Claudia Lars

Ha bajado del árbol
el pajarito bobo.
¡Siendo el cielo tan ancho
se acurruca en el polvo!
Aunque cantar no sabe
tiene piquito de oro:
para alisar la pluma,
para buscar el piojo.
Mediodía de marzo…
¡Qué parlanchín el loro!
Juegan “a cuatro esquinas”
guacalchías y tordos.
¿Por qué tan en silencio
el pajarito bobo,
con las alas caídas,
con el sueño en los ojos?
¿Piensa en el gusanito,
gusanín, gusanongo,
confite de cumpleaños,
bocadito de antojo?
¿Quiere picar el grano,
beber agua del chorro,
y alcanzar, sin moverse,
la polilla del tronco?
Ninguno tan confiado,
nadie tan perezoso.
¡Habrá que darle cuerda
al pajarito bobo!

ANTOLOGÍA


Por Lic. Jaime Noé Villalta Umaña
Prof. y Abg.




Mientras miles de hombres han dejado sus vidas abandonadas al olvido, existen personajes notables que por su trayectoria política, profesional, cultural y alta sensibilidad social o amor y admiración a la naturaleza, han dejado escrito en los anaqueles de nuestro El Salvador (de nuestra América y del mundo entero), líneas que cantan a la vida; versos que ríen, lloran, en fin; cada uno de ellos con sus rimas ha impregnado el pergamino de gotas, que cual rocío vierte el universo desde la más profunda inspiración humana.  No sé si la inspiración es embriaguez, o sí la embriaguez, sea motivo de inspiración; pero mis sentidos están absortos, y mi mente desea liberarse en una rayo de luz que serpentee por el universo y producir versos de amor con la más delicada melodía; y al negarse mi cerebro a producir, les dejó está antología en homenaje a los poetas salvadoreños.
Que los lectores tengan el conocimiento de una lista de escritores salvadoreños, es loable; sin embargo, la tarea no termina ahí, es necesario navegar entre los versos; viajar por un mundo que a veces resulta inhóspito y a la vez inimaginable, sin sentido y peor aún ilógico; sin embargo, la naturaleza y la sociedad; bueno, incluso el pensamiento, son fuentes de inspiración que seducen, atraen y embriagan.
Cada ser humano tiene una concepción del mundo acabada o no, pero la tiene; y ésta es la base sobre la cual todos un día podemos garabatear con el pensamiento, jugar con las ideas; usar nuestros sentidos al máximo; ser observadores. El gusto por la vista, el tacto y el olfato nos permite oír. Los versos susurran al oído, cuando una linda libélula se posa sobre la rosa; cuando el diminuto gorrioncillo bebe el néctar de los claveles; o cuando las hacendosas hormigas recogen sus manjares; cuando el huérfano y el mendigo lloran por un mendrugo de pan y los dólares se usan para armas fabricar, para viajes a la luna realizar y bombas en ésta lanzar, en busca de agua que tomar.
Las contradicciones humanas, la injusticia, la violencia, la miseria y las pasiones mismas del hombre como el amor, odio, venganza, hipocresía; y otras muchas, lo mismo, que los universalmente aceptados valores; sí, todo ello es fuente de inspiración.
Así las cosas, podemos cantar a la naturaleza, llorar con la pobreza y carcajearnos de los que buscan habitar en nuevos horizontes del espacio estelar.

ALFREDO ESPINO


Recopiló: Lic. Jaime Noé Villalta Umaña
Prof. y Abg.

EL NIDO
Alfredo Espino

Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como si tuviera corazón musical…
Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,
para beber rocío, para beber aroma,
el árbol de la sierra me da la sensación
de que se le ha salido, cantando, el corazón…

LAS MANOS DE MI MADRE
Alfredo Espino

Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en ellas!

Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
Son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades…

¡Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas!
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡son las únicas manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
aprended de blancuras en las manos maternas).

Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡las manos maternales aquí en mi pecho son
como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con ternezas!

LOS OJOS DE LOS BUEYES
Alfredo Espino

¡Los he visto tan tristes, que me cuesta pensar
como siendo tan tristes, nunca pueden llorar!...

Y siempre son así: ya sea que la tarde
los bese con sus besos de suaves arreboles,
o que la noche clara los mire con sus soles,
o que la fronda alegre con su sombra los guarde…

Ya ascendiendo la cuesta que lleva al caserío,
entre glaucas hileras de cafetos en flor…
o mirando las aguas de algún murmurador
arroyuelo que corre bajo un bosque sombrío…

¿Qué tendrán esos ojos que siempre están soñando
y siempre están abiertos?...
¡Siempre húmedos y vagos y sombríos e inciertos,
Cual si siempre estuviesen en silencio implorando!

Una vez, en la senda de una gruta florida
yo vi un buey solitario que miraba los suelos
con insistencia larga, como si en sus anhelos
fuera buscando, ansioso, la libertad perdida…

Y otra vez bajo un árbol y junto a la carreta
cargada de manojos, y más tarde en la hondura
de una limpia quebrada, y en la inmensa llanura,
y a la luz de un ocaso de púrpura violeta…
¡Siempre tristes y vagos los de esos reyes
que ahora son esclavos! Yo no puedo pensar
cómo, siendo tan tristes, nunca pueden llorar
los ojos de los bueyes…

UN RANCHO Y UN LUCERO
Alfredo Espino

Un día — ¡primero Dios! —
has de quererme un poquito.
Yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.

¿Qué más pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor…

Y entre aroma de saúcos,
un zenzontle que cantara
y una poza que copiara
pajaritos y bejucos.

Lo que los pobres queremos,
lo que los pobres amamos,
eso que tanto adoramos
porque es lo que no tenemos…

Con sólo eso, vida mía;
con sólo eso:
con mi verso, con tu beso,
lo demás nos sobraría…
Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho, un lucero,
cuando se tiene un “te quiero”
y huele a sendas en flor.