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sábado, 27 de mayo de 2017

A un amigo

Jorge Luis Borges
No puedo darte soluciones 
para todos los problemas de la vida;
ni tengo respuestas para tus duda y temores,
pero puedo escucharte y compartirlo contigo.
No puedo cambiar tu pasado, ni tu futuro;
pero cuando me necesites, estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano 
para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos, no son míos;
pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte, a estimularte y ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales puedes actuar,
pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos 
cuando alguna pena te parta el corazón,
pero puedo llorar contigo 
y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser.
Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo.
En estos días oré por ti...
En estos días me puse a recordar mis amistades más preciosas.
Soy una persona feliz: tengo más amigos de los que imaginaba.
Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran.
Es lo que siento por todos ellos.
Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea
y la alegría que sienten al verme.
Y yo también siento paz cuando los veo y cuando hablamos,
sea en la alegría o sea en la serenidad.
En estos días pensé en mis amigos y amigas,
entre ellos, apareciste tú.
No estabas arriba, ni abajo, ni en medio.
No encabezabas ni concluías la lista.
No eras ni el número uno ni el número final.
Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad 
que transmitías y con la cual, desde hace tiempo
se ennoblece mi vida.
Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero,
el segundo o el tercero de tu lista.
Basta que me quieras como amigo.
Entonces entendía que realmente somos amigos.
Hice lo que todo amigo:
Oré... y le agradecí a Dios, por ti.
¡Gracias por ser mi amigo!

Amigos

Víctor Zúñiga García
Amigos...seremos siempre amigos
para contar nuestras penas una a una
y tendremos así como testigos
al sol, al viento, a la noche o a la luna.

Viajaremos a un mundo distante
para buscar con todo el empeño.
¡Y seremos como el caminante
que cabalga buscando su sueño!

Amigos siempre sobre todas las cosas
como van unidos espinas y rosas,
sin que importe nunca distancia ni tiempo;
tú serás la lluvia...yo, tal vez el viento.

Y así seguiremos como lo hacen pocos,
buscando en la vida nuestros sueños locos;
y si algo pasara...¡Escucha lo que te digo
por todos los tiempos...yo seré tú amigo!

miércoles, 24 de mayo de 2017

Verdades amargas

Ramón Ortega
Yo no quiero mirar lo que he mirado
a través del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado en que se compra
amor, voluntad y conciencia.

Amigos...es mentira...no hay amigos,
la verdadera amistad es ilusión,
ella cambia, se aleja y desaparece,
con los giros que da la situación.

Amigos complacientes solo tienen
los que disfrutan de ventura y calma,
pero aquellos que abate el infortunio,
solo llevan tristezas en el alma.

En este laberinto de la vida,
donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado,
amores, parentesco y amistad.

El que nada atesora, nada vale,
en toda reunión pasa por necio;
y por nobles que sus hechos sean,
lo que alcanza es burla y desprecio.

Lo que brille nomás tiene cabida,
aunque brille por oro lo que es cobre,
lo que no perdonamos en la vida
es el cruel delito de haber nacido pobre.

La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado,
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien tallado.

La sociedad que adora su deshonra,
persigue con saña al criminal,
mas, si el puñal es de oro,
enmudece el juez...y besa el puñal.

Nada hermano es perfecto, nada afable,
todo está con lo impuro entremezclado,
el mismo corazón con ser tan noble,
cuántas veces se encuentra enmascarado.

Que existe la virtud...yo no lo niego,
pero siempre en conjunto defectuoso,
hay rasgos de virtud en el malvado,
y hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Cuando veo a mi paso tanta infamia
y que mancha mi planta tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida,
ganas me dan de maldecirlo todo.

Porque ceñido a la verdad estoy,
me dieron a libar hiel y veneno,
hiel y veneno en recompensa doy.

Y si tengo la palabra tosca,
en estas líneas oscuras y sin nombres
doblando las rodillas en el polvo,
pido perdón a Dios, pero no al hombre.