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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Oswaldo Escobar Velado

Recopiló Lic. Jaime Noé Villalta Umaña

Prof. y Abg.


DISTANCIA DEL NIÑO A LA ROSA

Oswaldo Escobar Velado

Altura de la rosa detenida
por la mano del niño silenciosa.
De la rosa hasta el niño no hay medida;
y del niño a la rosa sólo hay rosa.

En su mano que juega rumorosa,
en alas de fragancia sostenida
o en aroma de sombra milagrosa
permanece la rosa, consentida.

La rosa para el niño es juguete.
Y la gracia que en ella se somete
En la mano del niño se resume.
Si vuela de su mano primorosa,
Es que el niño creyó era la rosa
Su blanca papalota de perfume.

DISTANCIA DEL NIÑO AL CIELO

Oswaldo Escobar Velado


El cielo sobre el niño está en el niño.
El niño bajo el cielo está en el cielo.
El niño para el cielo es un cariño.
Y el cielo para el niño es un anhelo.

En la mano del niño es el pañuelo
un pedazo de cielo en desaliño.
La nube es un pañuelo en el corpiño
del día que perdió su guardapelo.

Ni distancia, ni beso, los separa.
El niño toca con su mano clara
el cielo que se abre en cada rosa.

Hay un niño en la estrella que más brilla,
y un cielo hay escondido en la mejilla
y en la frente del niño que reposa.

LA IGUANA

Oswaldo Escobar Velado

 

La iguana sola. Sobre la piedra sola.
En pleno mediodía
apenas mueve su dorada cola.
Cola con sol y cola con poesía.

Sola. Sola. El sol la tornasola.
Se vuelve pedrería.
Su cresta en la cabeza es una ola
de fina alfarería.

Junto a los cactus, lejos de la hoja
la iguana está sobre la piedra roja.
Sobre la piedra roja. Roja y dura.

Sola. Sola. El sol la tornasola.
Cuando mueve su dorada cola,
la cola le fulgura

PATRIA  EXACTA

Oswaldo Escobar Velado

Esta es mi Patria:
un montón de hombres; millones
de hombres; un panal de hombres
que no saben siquiera
de donde viene el semen
de sus vidas
intensamente amargas.

Esta es mi Patria:
un río de dolor que va en camisa
y un puño de ladrones
asaltando
en pleno día
la sangre de los pobres.
Cada Gerente de las Compañías
es un pirata a sueldo; cada
Ministerio del Gobierno Democrático
un demagogo
que hace discursos y que el pueblo
apenas los entiende.

Ayer oí decir a uno de esos técnicos
expertos en cuestiones
económicas; que todo
marcha bien; que las divisas
en oro de la patria
iluminan las noches
de Washington; que nuestro crédito
es maravilloso; que la balanza
comercial es favorable; que el precio
del café se mantendrá
como un águila ascendiendo y que somos
feliz que vive y canta.

Así marcha y camina la mentira entre nosotros.
Así las actitudes de los irresponsables.
Y así el mundo ficticio donde cantan
como canarios tísicos,
tres o cuatro poetas,
empleados del Gobierno.

Digan, griten, poetas del alpiste.
Digan la verdad que nos asedia.
Digan que somos un pueblo desnutrido.
Que la leche y la carne se la reparten
entre ustedes
después que se han hartado
los dirigentes de la cosa pública.

Digan que el rábano no llega
hasta las mesas pobres; que diariamente
mueren cientos sin asistencia médica
y que hay mujeres que dejan
la uva de su vientre
a plena flor de calle.

Digan que somos lo que somos
un pueblo doloroso,
un pueblo analfabeto,
desnutrido y sin embargo fuerte
porque otro pueblo ya se habría muerto.

Digan que somos, eso sí, un pueblo excepcional
que ama la libertad muy a pesar del hambre
en que agoniza.
Yo grito, afirmo y aseguro:
En todas partes donde vivo, el cerro.
En todas partes donde canto, el hambre
El hambre y el dolor junto a los hombres.
La miseria golpeándoles la vida
hasta quebrar el barro más cocido del alma.

Y a esto amigo se le llama Patria
y se le canta un himno
y hablamos de ella como cosa suave,
como dulce tierra
a la que hay que entregar el corazón hasta la muerte.
Mientras tanto al occidente de la casa que ocupo
hay una imagen encaramada en el mundo
(¡mayor razón para que viera claro!)
y allá junto a sus pies de frío mármol
una colonia alegre
se va en las tardes
cantando, a los cinemas

Bajo la sombra de "El Salvador del Mundo"
se mira el rostro de los explotadores.
Sus grandes residencias con sus ventanas que cantan.
La noche iluminada para besar en Cadillac
a una muchacha rubia.

Allá en el rostro de la Patria, un gran dolor
nocturno: allá y yo con ellos, están los explotados.
Los que nada tenemos como no sea un grito
universal y alto para espantar la noche.
Allá las mesa de pino; las paredes
húmedas; las pestañas de las tristes candelas;
la orilla de un marco de retrato
apolillado; los porrones
donde el agua canta; la cómoda
donde se guardan las boletas
de empeño; las desesperadas
camisas; el escaso pan junto a los Lunes
huérfanos de horizontes; el correr
de los amargos días; las casas
donde el desahucio llega y los muebles
se quedan en la calle
mientras los niños y las madres lloran.

Allá en todo esto, junto a todo esto,
como brasa mi corazón
denuncia al apretado mundo
la desolada habitación del hombre que sostiene
el humo de las fábricas.
Esta es la realidad.
Esta es Mi Patria: 14 explotadores
y millones que mueren sin sangre en las entrañas.
Esta es la realidad.
Yo no callo aunque me cueste el alma!