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martes, 2 de noviembre de 2010

Crinografías




LAS VALIJAS


Pasando por la estación me quedo viendo a los muchos pasajeros que van y vienen de viaje los que salen y los que entran, algunos parecen preocupados. En la mano todos llevan valijas grandes o pequeñas las que van cuidando con mucho esmero por miedo de perderlas. Las hay de distintas formas, tamaño y colores, pero casi todas son prismáticas y rectangulares sus lados. Las hay de fino cuero, de plástico o metal y también las hay de lona. Las muy pesadas llevan rodos para arrastrarlas. Algunas tienen dos chapas cerradas con llave que les da seguridad; otras, una cremallera  que un candado sierra. Por la parte de atrás funcionan dos bisagras que cierran y abren la cobertera una fuerte agarradera, colocada entre las chapas permite asirlas fácilmente. Adentro llevan, sin duda alguna, ropas, zapatos, libros cosas útiles y quizás algunos secretos; pero algo mas llevan escondido en su equipaje; porque las valijas que se alejan despiertan la nostalgia de los seres queridos que se dejan. Y las valijas que regresan dispersan la tristeza que causa toda ausencia.         
EL ARCÓN DE LA ABUELITA

Viejo arcón abandonado en un oscuro rincón. El tiempo lo ha destruido todo, el tiempo lo ha borrado; pero el pasado ha quedado escondido en este arcón. Cuando le quito la tapa con muchísimo cuidado, levemente de él se escapa y se esparce por la estancia, la misteriosa fragancia del pasado. En un olor de reseda disecada entre los trajes, olor a cintas, encajes y a pañolones de seda. Y cuando leo curioso, las cartas en él guardadas, que la abuelita preciosa amorosamente ató con listón color de rosa; siento algo de emoción; que a lo mejor, ella  sintió cuando en su tiempo florido a hurtadillas las leyó. Cada vez, que con cuidado abro el viejísimo arcón, mi loca imaginación va de viaje hacia el pasado, que en él, ha quedado encerrado.