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martes, 2 de noviembre de 2010

Topografías

AQUELLA CASITA
Era una casita... pobre, carcomida en donde la vida semejaba una negación de la vida parecía muerta: sin risas, sin voces, callada con ese silencio, de cosa desierta, de cosa olvidada, de nada... era ya muy vieja le habían dejado al tiempo, que el raudo camina, su triste legado de sombra y de ruina. Y entre la maleza, estaba solita, envuelta en su manto de eterna tristeza, la pobre casita. Mano de patriotas en labor preciada, sobre aquel deshecho de edades remotas en aquel desperdicio de nada, piadosas alzaron con ese cariño que el huérfano anhela el templo grandioso del niño: ¡la casa de escuela! Y aquella casita pobre, carcomida, tan vieja y solita, quedó convertida en aulas sagradas. Y hoy, entona su canto la vida ¡dónde antes dormía su sueño la nada! 
LA CASITA DE PABLO
La casita de Pablo era blanca y tendida como un ala en el mar: y en las grandes mareas semejaba una vida que por miedo al naufrago se pusiera a rezar. La casita de Pablo, siempre estuvo vestida de bejucos del monte y en flor; era el altar donde el sol y los pájaros, en cada amanecida, celebraban la misa primera del lugar. La casita de Pablo después quedó desierta, sin misas y sin flores, como una cosa muerta. De Pablo  ahora dicen que llora  sin parar; y del espacio humilde, donde hiciera su nido, que perduran apenas, impidiendo el olvido, cuatro postes rebeldes a los golpes del mar.