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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Vicente Rosales y Rosales


Recopilado por:
Lic. Jaime Noé Villalta Umaña
Prof. y Abg.

BLASFEMIA
Vicente Rosales y Rosales

Mi vida ha sido un largo pecado; tú lo hiciste;
Yo que lo vivo siento
Horror… ¡Tú debes estar más triste!
Tú más triste, Señor, porque lo has creado;
Quien peca tiene el arrepentimiento,
¡Y el arrepentimiento no es pecado!
Tú pecas, pues, dos veces, porque siembras espinas
En mi vida: el mal. Después en mí lo sientes
Y lo sufres hasta en mi pensamiento:
Y si después de todo te arrepientes,
Purgas mi solo mal, pero el mal que originas
Se queda en ti como un remordimiento
Nunca jamás purgado
Ni con el dolor ni con el sufrimiento,
¡Porque el remordimiento sí es pecado!
Yo te pido perdón porque he pecado,
Yo espero tu perdón porque te infiero
Culpas que, si las he justificado,
Ha sido por lo mucho que te quiero.

LA CANCIÓN SIN PALMAS
Vicente Rosales y Rosales

Un ritmo dócil, una emoción sedeña
En qué vaciar el oro de una canción humana,
Que tenga esa fragancia de la novia risueña
Que deja los corpiños olientes a manzana.
Unos vocablos tristes que hagan melancolía.
Y puntos suspensivos que dan tanto temblar,
Se fugen en un largo suspiro de agonía
¡Despertando un recóndito deseo de llorar!
Dame una gorga, Alondra. Yo cantaré contigo,
Ya que inquieto de celos, como tú ― todo amor —,
Bien me acostumbraría a comer granos de trigo
Y a beberme el rocío que amanece en una flor.
Oculta entre la rama, cubriendo a vientre el nido
Y el ojo redondo todo el oro del sol,
Dar mi trino más diáfano que engañar al oído
De una perla que rueda dentro de un caracol.
Una sílaba larga, larga, larga, muy larga,
En que se fuera toda la musicalidad
Inédita del alma, que se me ha puesto amarga
De succionar el gajo de la Sensualidad.
¡Una sílaba larga! Tan larga que midiera
Mis elasticidades. Y un modo de sentir
Que hiriera alma, silencio, corazón y quimera,
Como sobre una cuerda dulcísimo en que hubiera
Tendido largamente mi ansiedad de morir.
Unos ojos de humilde diafanidad celeste,
Unos labios floridos, sabrosos a panal,
Unas manos perlíferas y un suspirar agreste
¿No serían el claro motivo de cristal?
¡Oh! Canción sin palabras… Amor, novia trigueña,
¡Cielo azul que te acercas a la hora temprana,
A poner tú dulzura personal y risueña
En la paz inefable de mi abierta ventana!

MEDIODÍA
Vicente Rosales y Rosales

El día hincha sus llamas,
Buscan acribillados la sombra algunos asnos;
Y por entre las ramas
Levantan las cabezas y botan los duraznos.
Niños desherados de hambre y de sed maltrechos
Se acercan al pomar casi maduro.
Una niña harapienta muestra en parte los pechos
Y al ver que hurgo y deploro sus harapos deshechos
Se cubre con las manos el tesoro más puro.
Mi corazón se dora como un durazno. Siento
Deseos de ser árbol y darme en largos frutos
Y que me utilizaran en un ciento por ciento
Estos niños desnudos que por el desaliento
Viven entre las patas y el humor de los brutos.
El día allá en el fondo de un gran calor resuella;
Sobre un sonoro yunque desespera un martillo.
Dos niños comen tierra; la niña que es muy bella
Me ofrece desde lejos un durazno amarillo.

QUEJA EN FUTURO IMPERFECTO
Vicente Rosales y Rosales

Si no creaste otras cosas en tu sabiduría
Un futuro imperfecto más te atormentaría
Si yo no hubiera sido,
Mi vida no sería
Bajo los astros soplo de la tuya, Señor,
¡Cuánta fe faltaría!
Pero tú bien quisiste
En la iglesia de siglos de tu labor increada,
Angustiar esta llama de mi lámpara triste
Que casi no ardió nada
Alargar esta llama que mi carne consume,
Y ponerme muy hondo de este aliento
La intimidad del alma que en apenas perfume
De tu presentimiento.
Tus manos filotécnicas en su alquimia incompleta
Ungen siempre un encanto sobre todas las cosas;
Das al mundo grotesco su ilusión, un poeta
Cuya vida en tus áureas balanzas milagrosas
Fluctúa con el peso sideral de un planeta
Y un manojo de rosas.
Si yo no hubiera sido,
¡Qué tristeza no habría
En un alma dolida de ti mismo, Señor;
Cuánta fe faltaría,
Qué hondo anhelo de olvido,
Qué gran forma de amor!