Baldomero Fernández Moreno
Dormid tranquilos, hermanitos míos,
dormid tranquilos, padres algo viejos,
porque el hijo mayor vela en su cuarto
sobre la casa y el reposo vuestro.
Estoy despierto, y escuchando todos
los ruidos de la noche y del silencio:
el suave respirar de los dormidos,
alguno que se da vuelta en el lecho,
una media palabra de aquel otro
que sueña en alta voz; el pequeñuelo
que se despierta siempre a media noche,
y la tos del hermano que está enfermo.
Hay que educar a los hermanos chicos,
y aseguraros días bien serenos
para la ancianidad. ¡Oh, padre y madre,
dormid tranquilos, que yo estoy despierto!